He estado de vacaciones por las islas bretonas y en mi paso por Irlanda no he podido evitar subir alguna de las verdes montañas y colinas que dibujan sus paisajes. Como es conocido, Irlanda es un territorio con pocos desniveles, más bien un prado verde rodeado de mar, en que la punta más alta de toda la isla supera por poco los mil metros.
Nosotros nos encontramos en Dublín, y con los medios que disponemos no podremos alejarnos mucho de la ciudad. Concretamente subimos al Monte Kippure, de 757m, puto más alto del Condado de Dublín y que pertenece a las Montañas de Wicklow.
Kippure es el punto más alto del Condado de Dublín, como venía diciendo. Se identifica fácilmente por poseer la antena de telecomunicaciones de la región y es una oportunidad perfecta para salir de las ciudades y saborear la Irlanda de interior.
[Vista del Kippure]
Kippure es el punto más alto del Condado de Dublín, como venía diciendo. Se identifica fácilmente por poseer la antena de telecomunicaciones de la región y es una oportunidad perfecta para salir de las ciudades y saborear la Irlanda de interior.
[Llegando desde Glencree, destaca Kippure con su antena]
[La pista que sube por el Sur]
Seguimos el camino y en menos de una hora a buen paso llegamos a la cima. Pan comido. Lo más bonito es el entorno. Hay unas vistas preciosas. Si alguna estampa se nos tiene que quedar de estas tierras sin duda es esta, el color verde, verde mires donde mires.
La cima en si no es muy estética como sucede siempre que se les coloca un antena de este tipo, pero nos ofrece unas buenas vistas. Se ve el mar, Dublín a nuestros pies, las montañas de Wicklow al Sur, junto a todo el Condado de Wicklow y los verdes prados hasta donde alcanza la vista.
[Y cima]
La foto de cima se la dedicamos a la entidad excursionista GIRES, que celebra sus 30 años, y por ello se suben 30 cimas simultáneas ese mismo fin de semana, acto en el que participamos.
[Foto de rigor en Mount Kippure, 757m, Wicklow Mountains]
Tras disfrutar de la cima nos encontramos un rebaño de ovejas. Nos miran curiosas pero distantes, no creo que vean a mucha gente por aquí, el hecho de no haber montañas hace que los irlandeses no sean muy montañeros, lo cual es lógico, y más con lo bien que se lo pasa uno en sus pubs.
La bajada la realizamos por la ladera Noreste. Primero campo a través y tal y como descendemos tenemos que buscar por dónde ir, pues se encharca mucho el terreno. Bajo la hierba corren infinidad de torrentes, baja agua y drena en la turba. Sorprende el tipo de terreno de estas montañas. Barro y más barro. Localizamos al Este un sendero cada vez más marcado que tiene que ser la otra vía de ascenso. Lo seguimos y vamos a buscar la carretera, a la que llegamos tras saltar varios riachuelos y llanear colina arriba y abajo.
Una vez en la carretera andamos un par de quilómetros dirección Dublín hasta que el primer coche que pasa atiende a nuestras señas de auto-stop y nos lleva sin problema a la ciudad. Muy agradecidos nos despedimos y a la vez nos sorprendemos de la amabilidad de los irlandeses, una gente de diez!
[Adiós Kippure!]
Nos despedimos de la montaña más alta de Dublín, un pedacito de Irlanda que nos llevamos, un país y un lugar precioso al que volveremos sin ninguna duda.
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